La valoración que se hacen de los
alimentos de las distintas sociedades tiene que ver con la pertenencia que
hacen de la seguridad alimentaria, entendiéndose esta con la posesión de bienes
de consumo no perdurables y que hacen de quienes lo detentan, sentirse plenos y
seguros para dar otros pasos de logros en sus vidas.
Las costumbres, las ideologías
hacen que las llamadas preferencias culinarias tengan variantes disímbolas
entre los países y entre las regiones, algunas con prácticas controversiales o
no muy bien vistas desde otros ángulos de las sociedades.
Los gustos por alimentos también
conocidos como de temporada, son algo típicos de las poblaciones, que aluden a
celebraciones locales que refuerzan su sentido de identidad.
Las ofrendas de corte religioso o
por eventos conmemorativos es muy común en ciertas zonas del centro y sur
sureste sobre todo de nuestro país.
A todo esto hay que mencionar lo
relativo a la inocuidad en los alimentos, ya que no basta con solo saber
producir o incluso vender la producción, si no que esta vaya aparejada de un
proceso de sanidad y precautorio de buenas prácticas de manejo, además de las
medidas fitosanitarias o zoosanitarias necesarias para conocer la trazabilidad
de la generación de los alimentos y verificar el cumplimiento de los
ordenamientos establecidos por las autoridades competentes., ya que en caso
contrario prácticas cómo el riego con aguas residuales para productos de
consumo humano o utilización indiscriminada de pesticidas prohibidos o de uso
restringido, así como anabolizantes, hormonales, entre otros, causarían severos
daños a la salud e integridad de las personas.
Es por esto que la suscripción
mediante tratadas internacionales o convenios en específico de nuestro país con
agencias internacionales, redunda en que nuestros productores cuenten con las
herramientas necesarias como el caso significativo del CODEX.
Aunado a todo lo ya mencionado,
es de resaltar el valor nutricional que se la da a los alimentos, que
independientemente de sus características organolépticas como el sabor, olor,
color, etc., debe analizarse con detenimiento su aporte calórico y nutritivo en
función de los principales componentes nutricionales que le sean atribuidos.
Sin embargo, a todo lo
anteriormente ya mencionado, habría que considerar los aspectos negativos en
relación a la utilización de los alimentos y que ya inferíamos en párrafos
anteriores, como lo es el consumo indiscriminado de los alimentos conocidos como
chatarra, que tienen un valor nutritivo escaso o nulo y un aporte calórico
considerable, que aunado a las hábitos poco recomendables de las actuales
poblaciones humanas con el sedentarismo, provocan serios problemas de salud
incluso en épocas juveniles.
También la preparación cuenta
mucho en el aprovechamiento de los alimentos cotidianos o más comunes y si
estos son cocinados mediante leña o carbón con una extracción no sustentable,
impregnándose de humos frecuentes que a la larga dañen la salud de quienes los
preparan en sus vías respiratorias o en los llamados ahumados que tienen
connotaciones contradictorias a la salud en el mediano plazo.
Los hábitos y prácticas
alimentarias en horarios, suficiencia, etc., nos permiten asegurar los niveles
adecuados en períodos de vida trascendentes para el ser humano, como la niñez,
la edad senil o el tiempo de embarazo de las mujeres fértiles, todo lo que
redundará en una sociedad con una alimentación que se precie de ser más
equilibrada y justa para un desarrollo armónico.
Otra cuestión innegable, es la
que conlleva prácticas de sufrimiento animal en las unidades tipo
industrializadas de explotación y que ya no son tolerables de acuerdo a las
actualizaciones de las normas internacionales, y que en ciertos establecimientos
comerciales tanto de venta como materias primas y ya como alimentos
preparados también, no tienen ética ni
pudor y los comercializan abiertamente.
La utilización de los alimentos,
también pudiera verse, como una forma de especulación comercial, tanto en los
mercados globales a través de las llamadas “commodities” como en los mercados
locales, con los clásicos acaparadores.