En el estado de Guerrero, los productores de maíz tienen una marcada preferencia por los maíces criollos para el autoconsumo, al argumentar que posee un mejor sabor y adaptabilidad a las condiciones del entorno natural, sobre todo en laderas. Aunque los rendimientos promedian 1.5 ton/ha y son considerados muy bajos, presumen que sus granos son más resistentes a las plagas de almacenamiento y su porte alto propicio al acame o caída por vientos.
Al menos se tienen registrados 16 razas de maíces criollos en la región de la Montaña, una de las zonas más pobres y marginadas del país. Ahí la relevancia de preservar los materiales genéticos nativos que contribuyen a un acervo esencial de la seguridad alimentaria en nuestro país.
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